Un gran Santo San Francisco de Asís solía llamar a los animales hermanos menores. Llamaba al sol y al fuego hermanos y predicaba sermones para las aves, quienes se subían a sus hombros (según cuenta la leyenda-historia) para escucharlo. En Gubbio logro persuadir a un lobo de que no ataque a las ovejas del hombre a cambio de que el pueblo lo alimentara hasta su muerte, no teniendo así que cazar para comer. Dicen que vivió en el pueblo hasta hacerse muy viejo y nunca ataco a nadie. Idealismo, cosas imposibles, puede ser… pero creo firmemente que los humanos debemos aprender a vivir con nuestros hermanos, los otros seres de este planeta, no verlos como “recursos” y darle la oportunidad a todos de vivir y tener descendencia. Todos los seres vivos tenemos en común el deseo de seguir viviendo, y ese derecho esta sobre el hombre y sobre cualquier emprendimiento y “progreso” que tengamos como especie. Debemos caminar hacia un biocentrismo… y abandonar este antropocentrismo egocéntrico centrado en los humanos.
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